Archive for August, 2008

CNSP

August 22, 2008

Con el tema del Consejo Nacional de Seguridad Pública. Reunión número veintitantos…

Desde que vivimos en los EEUU, cada vez que volvemos a México y regresamos al norte, el momento de nerviosismo que inexplicablemente tendía a sentir era en el instante de acercarnos a cruzar de México a Estados Unidos, pasar por preguntas que aunque normalmente cómodas me incomodan, no saber si será en Inglés o en Español, así como la eventual ligera revisión superficial de las cajas y maletas que hemos hecho costumbre cargar desde que nos mudamos a Arizona.

Este viaje de regreso de ha sido diferente.

El día anterior a nuestro viaje una hermana mía platicaba a modo de leyenda como ella presenció, en el viaje a la frontera que terminó un par de días antes que nosotros, a militares revisando a todo hombre con las manos en la nuca entretanto su automóvil era auscultado, las mujeres y los niños tenían el beneficio de estar a su lado impasibles ante la revisión del mueble. Asesinato múltiple en Creel un par de días antes, maletero repleto de nuevo, lunes al sol, próxima reunión de jerarquías políticas muy anunciada por los medios (que escuché hoy por internet casi completa), y el estado fronterizo con el problema más agudo de violencia en fechas recientes.

La novedad fue el viaje y el cruce más sencillos de nuestra vasta experiencia fronteriza. Pasando las dunas de Samalayuca el nerviosismo ahora se centraba en el retén militar. Con la carretera casi vacía no cabría duda de encontrar o una línea corta o una prolongada en caso de que decidieran matar el aburrimiento, perdón, incrementar la seguridad, con revisiones exhaustivas. Llegamos al rétén, no había viajeros con las manos en alto. Por el contrario, un solitario soldado nos recibió sin contestar el buenos días y nos asignó el puesto de revisión número dos. Pasamos y otro soldado mucho más amable nos dijo “Que le vaya bien, Pásele”. Y así acabó. En toda la carretera imaginaba atento a mi costumbre fatalista a bandoleros de caminos haciéndonos el alto y saqueando nuestra diligencia. No sucedió. Imaginaba ser testigo de una ejecución múltiple de tipos alineados a la carretera. Pasar justo al lado de ellos en el momento, y mantener impresa en mi memoria la cara de un criminal mirándome con una cara de “sabes lo que te pasará si dices algo”. Pero el trayecto fue dominio del paisaje y del “Ipod”.

Con todo esto, y sin embargo, ansiaba llegar a los EEUU más que siempre. Cuando nos acercamos a la frontera no había línea, tampoco, y el oficial nos hizo señales con la mano para apresurar el paso por las boyas y cámaras justo antes de enfrentarlo cara a cara. Llegamos con él, le dimos las visas, nos preguntó a dónde ibamos, que traíamos, y qué estudiaba en Arizona. “No estudio, soy profesor”. Hizo un gesto de sorpresa, terminó de escanear las visas, y nos deseó suerte sin revisar nuestras cajas, maletas y obvios objetos sueltos dentro del auto. Acaso habrían pasado no más de un par de minutos y ya me sentía en un lugar más seguro.

Hoy fue el infortunado padre de Fernando Martí el que hizo el reclamo en el Palacio Nacional. Yo también lo hago desde mi casa en Arizona. Hemos logrado que por vez primera yo me sienta más seguro hoy en EEUU que en México.

Tres Castillos

August 7, 2008

El otro día camino a casa en el semáforo que me detiene frente al monumento al Héroe de Tres Castillos -exterminador y perseguidor de indigenas revoltosos en el norte de México y, me imagino, en el sur de los Estados Unidos- sucedió un momento que me iluminó, aunque fuera un instante. Ahí, estando yo en primera fila, de frente al monumento, a medio día, con el cayendo a plomo, vi a una indigena tarahumara de frente también al monumento ¡pero aventándole piedras! En ese segundo pasó por mi mente esa alma vengadora que de súbito, después de estar disfrutando un descanso a la sombra del pedestal, después de andar mendigando entre los autos estacionados momentaneamente como el mío, reconoce o entiende el motivo del monumento y en un arranque de dignidad ¡apedrea a la efigie!

Pero no, el momento pasó rápido. La mujer arrojó un par de piedras más que bastaron para ahuyentar a las palomas que descansando también en la cornisa superior del monumento amenazaban con defecar sobre el minuto de recreo y descanso de la tarahumara. Quizás sí la mancharon. Ese fue el motivo y en eso cambió la luz de rojo a verde.

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August 6, 2008